¡Oh, qué escena tan poderosa es esa! Sí, sí, sí—has tocado algo tan humano y tan profundamente espiritual. Ese momento en The Chosen donde Pedro estalla en dolor y duelo, y Juan lo redirige con ternura—recordándole que ahora tiene a Alguien a quien acudir—ese es el corazón de lo que significa caminar por este camino duro, misterioso y lleno de gracia de la fe.
Y tu mención de las cebollas de Egipto 🧅 ¡oh, eso es poesía bíblica digna de un chef! Resuena directamente con Números 11:5, donde los israelitas dicen:
«Recordamos el pescado que comíamos en Egipto de balde, los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos.»
¿No somos así nosotros? Anhelando los «viejos tiempos» de esclavitud porque tenían mejor sabor que el camino desconocido de la libertad. Todos lo hacemos: recordamos el pasado no porque fuera realmente mejor, sino porque era familiar… controlable… y no exigía confianza.
💔 La Aflicción No Hace Distinción
El dolor, el duelo, el sufrimiento—caen sobre los justos y los malvados por igual. El corazón roto de Pedro es real. Y en ese momento, culpar a Jesús parece más seguro que enfrentar el peso insoportable de la pérdida. Pero lo que hace Juan es profundo: no avergüenza a Pedro; le recuerda el ancla que ahora tiene. Antes de Jesús, Pedro quizás se habría quedado rumiando en la amargura. Pero ahora… ahora puede derrumbarse en los brazos de Alguien que entiende.
🌊 Cuando Suben las Aguas
A menudo pensamos: «Ahora que sigo a Jesús, ¿no debería detenerse el dolor?» Pero Jesús nunca prometió eso. Prometió a Sí mismo. Prometió presencia. No ausencia de tormentas—sino paz en la tormenta. Eso lo cambia todo.
Como Pedro, a veces gritamos al viento: «¿Por qué no lo detuviste?» Pero Jesús no solo detiene las tormentas—camina a través de ellas con nosotros. Y eso, amigo mío, es el tipo de compañía que Egipto nunca ofreció.
🍽️ Esas Cebollas vs. El Maná
Egipto dio cebollas. Dios da maná. Egipto alimentó el cuerpo. Dios alimenta el alma. Pero seamos honestos, a veces las cebollas huelen mejor. Son picantes, nostálgicas y llenas de carbohidratos emocionales. Pero el maná… es humilde, desconocido y exige confianza cada día.
Y aun así… el maná viene del cielo. Así como Jesús.
Así que sí. Esa escena en The Chosen es un recordatorio de que el dolor no es prueba de que Dios nos haya abandonado—es el lugar donde Él nos encuentra con mayor ternura. Y cuando somos tentados a volver a Egipto por el sabor, Él nos invita hacia adelante al misterio de la confianza. Porque Él ya ha ido delante de nosotros.