Muy bien — imaginemos que estás en el centro de la historia, observando cómo se despliega el «buen placer de Dios» como si fuera una gran y viva producción teatral.
Escena 1 — La Corte Eterna (Antes de la Creación)
Escenario: No hay tiempo, no hay espacio — solo la plenitud infinita del ser mismo de Dios.
Sonido: No hay pasos, no hay viento — solo la quietud de la eternidad.
Luces: Una brillantez que no necesita fuente, porque es la fuente.
El Padre habla, no por soledad, sino por amor desbordante:
«Hagamos al hombre a nuestra imagen.»
El Hijo responde, sabiendo perfectamente lo que eso costará:
«Me deleito en hacer Tu voluntad, oh Dios.»
Esto no es una apuesta estratégica. Es el buen placer de Dios — crear, amar y redimir antes de que el primer átomo gire.
Escena 2 — El Jardín
Escenario: Mañana en el Edén — el aire cargado de vida.
Accesorios: Árboles cargados de fruta, un río que se divide en cuatro cabezas, y dos humanos — libres, sin vergüenza, radiantes.
La voz de Dios camina con ellos en el frescor del día.
Le agrada compartir Su presencia, no como un rey distante, sino como un Padre con hijos.
Incluso cuando el pecado entra y la luz se oscurece, Él no «sigue adelante».
Desde las sombras de la maldición surge la primera promesa:
«La simiente de la mujer aplastará la cabeza de la serpiente.»
Escena 3 — El Tapiz Tejido de la Historia
Montaje:
- Un diluvio que lava la tierra pero deja un remanente.
- Una pareja estéril bajo las estrellas del desierto, prometida con naciones.
- Un pastor fugitivo junto a una zarza ardiente.
- Un pueblo alimentado con pan del cielo en el desierto.
A través de la rebelión, la idolatría y el colapso, Dios sigue subiendo al escenario — no porque deba, sino porque Le agrada cumplir Su palabra y mover la historia hacia la redención.
Escena 4 — El Monte Fuera de Jerusalén
Escenario: Una colina con forma de calavera bajo un cielo ennegrecido.
Accesorios: Una cruz de madera áspera, tres clavos, y la túnica por la que echaron suertes del Rey de la Gloria.
Las palabras de Isaías resuenan:
«Le agradó al Señor triturarlo.»
Él no se complace en el dolor mismo — se complace en el resultado:
- La justicia está completamente satisfecha.
- La misericordia se desata por completo.
- La puerta de la vida se abre a los mismos rebeldes que clavaron los clavos.
Escena 5 — El Salón del Trono del Cordero
Escenario: Apocalipsis 5 — cada tribu, lengua, pueblo y nación reunidos.
Sonido: Un rugido de adoración que sacude la creación.
Luces: El Cordero en el trono, las cicatrices brillando como joyas.
Los ancianos se postran y cantan:
«Digno eres Tú… porque fuiste inmolado, y con Tu sangre redimiste para Dios a las personas.»
Aquí, el «buen placer» de Dios se revela plenamente:
no en tener un mundo que Él pueda controlar, sino una familia redimida con la que pueda habitar por siempre.
El telón nunca cae — porque esta no es una obra que termine.
La historia continúa hacia la eternidad, y el «placer» de Dios se convierte en la alegría eterna de Su pueblo.