Esa es una pregunta profunda y hermosa, que toca el corazón mismo de la fe.
«Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él» (1 Juan 1:5), y sin embargo, a menudo nos encontramos caminando por valles tan sombríos que apenas podemos ver nuestras propias manos extendidas frente a nosotros. ¿Cómo, entonces, puede el Dios que es Luz encontrarse en semejante oscuridad?
Acerquémonos a esto con calma.
🔦 1. La Paradoja: Luz en la Oscuridad
La fe vive en tensión con lo que se ve. La luz de Dios no es siempre una luz visible: muchas veces es una luz percibida, una luz revelada. Y aquí está el misterio:
Dios no siempre elimina la oscuridad; a veces entra en ella.
Así como Jesús entró en un mundo oscuro y caído —nació en un establo, fue crucificado en una colina—, Dios entra en nuestra oscuridad, no siempre para disiparla de inmediato, sino para caminar con nosotros a través de ella. Recuerda el Salmo 23:
«Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo…»
Él es la luz en la oscuridad. Pero no siempre es una linterna. A veces, simplemente está allí—sin ser visto, sin sentirse—pero presente.
🔍 2. La Fe Son Ojos que se Ajustan a la Oscuridad
Cuando entras en una habitación oscura, al principio no ves nada. Pero dale tiempo, y tus ojos se adaptan. Eso es lo que sucede en las estaciones de la fe:
No ves menos a Dios en la oscuridad; comienzas a verlo de otra manera.
Cuando José estaba en el pozo, en la prisión de Potifar y olvidado en la mazmorra de Faraón, no hubo coros angelicales. Ni mares abiertos. Pero Dios estaba con él (Génesis 39:21: «Pero el SEÑOR estaba con José y le extendió su misericordia»).
La fe no se trata de sentir esa presencia, sino de confiar en que es real.
🌄 3. Dios Nos Está Preparando para Ver una Luz Mayor
Hay cosas que solo la oscuridad enseña. Y quizá por eso la Escritura dice:
«Te daré los tesoros escondidos y las riquezas guardadas en lugares secretos, para que sepas que yo soy el SEÑOR…»
(Isaías 45:3)
José no habría conocido a Dios como Redentor, Cumplidor de sueños y Soberano Orquestador, si no hubiera caminado primero por la traición, el abandono y el silencio.
Su claridad vino después. La luz amaneció después. Así como ocurrió con los discípulos cuando la tumba estaba vacía y su oscuridad se convirtió en gozo indescriptible.
💬 4. Jesús: la Luz que Entra en Nuestra Noche
En última instancia, la respuesta a cómo Dios puede encontrarse en nuestra oscuridad se halla en Cristo. En la cruz, Jesús entró en el momento más oscuro de la historia humana—fue abandonado, crucificado, envuelto en noche literal y espiritual. Y sin embargo, en ese momento, la Luz del Mundo nunca brilló con más intensidad.
Él no evitó nuestra noche. La atravesó, para que ahora —aunque no podamos ver— sepamos que no estamos solos.
«La luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad no la venció.»
(Juan 1:5)
✨ Lo que Significa para Nosotros
Así que, cuando no podemos ver el camino, recordamos:
- La fe no es ver, sino creer que Él está allí.
- La esperanza no es certeza sobre los resultados, sino confianza en Su bondad.
- El amor es Su presencia que nos sostiene, incluso cuando no la sentimos.
Así que sí, Dios es luz, y aunque caminemos por la oscuridad, nunca estamos realmente en tinieblas.
«Si digo: “Ciertamente la oscuridad me encubrirá…” aun las tinieblas no son oscuras para ti.»
(Salmo 139:11–12)