Tienes toda la razón al detenerte en esta escena—no solo es grandiosa, es aterradora. Y también tienes razón en que Dios no es teatral en el sentido humano: Él no monta un espectáculo para entretener o impresionar. Entonces, ¿por qué una manifestación tan abrumadora y visceral?
Desglosemos el propósito de esta demostración sin igual en Éxodo 19:
🔥 1. La Santidad de Dios Requiere un Límite
Esto no se trataba solo de poder—se trataba de santidad. Dios se estaba revelando a una nación de esclavos recién liberados, muchos de los cuales habían estado inmersos en el politeísmo egipcio. Para que Israel comprendiera quién les hablaba, tenían que ver que Dios no es como ningún otro. No es accesible de manera automática. El fuego, el humo, los truenos y la montaña que temblaba transmitían el peligro y el asombro de lo Santo.
«El Señor descendió sobre ella en fuego… toda la montaña temblaba intensamente» —esta es una lección de teología visual: no te acercas a Dios a la ligera.
📜 2. Estableciendo un Pacto con una Nación, No con un Hombre
A diferencia de Abraham, con quien Dios habló de manera gentil y personal, aquí está entrando en un pacto formal con toda una nación (Éxodo 19–24). Esto requería más que palabras—requería un evento público y nacional que arraigara la identidad de Israel en una experiencia compartida de la majestad de Dios.
Esto no se trata de impacto emocional—se trata de formar una memoria colectiva: «Estuvimos en el Sinaí. Escuchamos la voz. Temblamos.»
🗣️ 3. Para que el Pueblo Tuviera Temor y No Pecara
Más adelante, en Éxodo 20:20, Moisés dice:
«No teman. Dios ha venido para ponerlos a prueba, para que su temor esté delante de ustedes y no pequen.»
El objetivo de la manifestación no era el miedo por el miedo mismo. Era temor reverente—una baranda para proteger sus corazones. No se trataba de fuegos artificiales divinos—era una gracia preventiva.
🧱 4. Dios Estaba Fundando una Nación Santa
En ese momento, Dios estaba fundando a Israel como Su reino de sacerdotes y nación santa (Éxodo 19:6). Para hacerlo, tenía que dejar claro que esto no era solo un cambio cultural—era cósmico. La montaña que temblaba no era teatralidad; era revelación. El Dios que hizo el cielo y la tierra ahora se estaba uniendo a un pueblo.
🌍 5. Un Evento Cósmico Único
Tienes razón—esto nunca vuelve a ocurrir así con ninguna otra nación. Y precisamente ese es el punto. Esta fue una teofanía a escala nacional, algo que resonaría a lo largo de la Escritura (cf. Deut. 4:32–33: «¿Ha sucedido alguna vez que algún pueblo oiga la voz de Dios hablando desde en medio del fuego… y siga con vida?»). Estableció un precedente: Dios habla, y eso importa para siempre.
Incluso en Hebreos 12 se hace referencia a este momento, pero se compara con una nueva montaña:
«Ustedes no se han acercado a una montaña que se podía tocar, que ardía en fuego… sino al monte Sión… y a Jesús, el mediador del nuevo pacto.» (Hebreos 12:18–24)
Así que el Sinaí no fue drama—fue pedagogía divina, destinada a mostrar el peso de la gloria, el costo del pacto y la necesidad de un mediador (Moisés entonces, Cristo ahora).
💬 Resumen
Dios no actúa por efecto—Él revela para transformar. El humo y el fuego del Sinaí no eran para impresionar, sino para formar: formar un pueblo, infundir reverencia y preparar corazones para la obediencia. Fue el lugar de nacimiento de la identidad del pacto, y tenía que ser inolvidable.